Tradiciones Marineras

Tradiciones A BORDO

Creencias y Tradiciones

Si hay algo intangible que fortalece y hace perdurable la identidad de una institución es precisamente su tradición, los usos y costumbres que a través del tiempo se hacen constantes en el quehacer diario, en este caso, la del militar naval, el marino. Son acciones que sin ser ley, se han instituido como tal. La actividad del hombre del mar transcurre normalmente fuera del territorio Nacional, en contacto amistoso o violento (por suerte más veces en la primera forma) con otras Marinas o con otras personas e instituciones nacionales. Para que sea posible y más fácil el contacto amistoso, es preciso que existan lenguajes y estilos mutuamente compatibles y comprensibles y normas de comportamiento que no se choquen. Estas pueden parecer extrañas en otros ambientes. Las costumbres y las jergas marineras constituyen una de las tradiciones más ricas del arte de navegar. Durante siglos se han ido formando frases y palabras, que pasadas de generación en generación han creado un lenguaje propio lleno de matices y curiosidades para el ser terricola (llámese así aquel que anda más por tierra que por agua). El lenguaje propio es un poderoso elemento de aglutinación y las tradiciones marineras debemos seguirlas si es posible con devoción.

Jonás

Jonás

Una de las mas famosas tradiciones marineras de todo el orbe, e donde queda plasmada la traición de algún marinero, que solo traerá nuevamente suerte a los demás cuando sea arrojado al mar.
Tiene orígenes bíblicos que iremos conociendo en la lectura de éste articulo.

Jonás 1:1-17 TLA

Cierto día, un hombre llamado Jonás hijo de Amitai recibió un mensaje de parte de Dios: «¡Levántate, ve a la gran ciudad de Nínive y diles que ya he visto lo malvados que son!» Pero en vez de ir a Nínive, Jonás decidió irse lo más lejos posible, a un lugar donde Dios no pudiera encontrarlo. Llegó al puerto de Jope y encontró un barco que estaba a punto de salir. Pagó su pasaje y se embarcó, contento de irse lo más lejos posible de Dios. Cuando ya estaban en alta mar, Dios mandó un viento muy fuerte que pronto se convirtió en una terrible tempestad. El barco estaba a punto de romperse en pedazos. Cada uno de los marineros, temblando de miedo, llamaba a gritos a su dios. Ya desesperados, arrojaron al mar toda la carga del barco para quitarle peso. Mientras tanto, Jonás dormía plácidamente en la bodega del barco. El capitán se le acercó y le dijo: —¡Qué haces aquí, dormilón! ¡Levántate y pide ayuda a tu dios! ¡Tal vez nos salve al ver que estamos en peligro! Al mismo tiempo, los marineros decían: —Echemos suertes para saber quién tiene la culpa de nuestra desgracia. Echaron suertes, y Jonás resultó culpable. Entonces, los marineros preguntaron a Jonás: —¡Dinos ya por qué estamos sufriendo todo esto! ¿En qué trabajas? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué nacionalidad eres? Jonás respondió: —Soy hebreo y adoro a nuestro Dios, soberano y creador de todas las cosas. Lo que está pasando es culpa mía, pues estoy huyendo de él. Los marineros, llenos de terror, le dijeron: —¿Por qué has hecho esto? ¿Qué podemos hacer contigo? ¡El agua se nos viene encima y la tormenta se está poniendo más violenta! —Échenme al mar, y el mar se calmará —contestó Jonás—. Esta terrible tempestad cayó sobre ustedes por mi culpa. Los marineros comenzaron a remar con todas sus fuerzas, tratando de acercar el barco a tierra; pero no pudieron. Las olas eran cada vez más altas, y la tormenta casi los destruía. Desesperados, los marineros gritaron: «¡Dios! ¡Por favor, no nos dejes morir por matar a un hombre inocente! No nos culpes de su muerte, pues eres tú, Dios mío, quien ha querido hacer todo esto». Entonces los marineros tomaron a Jonás y lo tiraron al mar. De inmediato el mar se calmó. Al ver lo sucedido, los marineros reconocieron al Dios de Israel como su Dios, le presentaron una ofrenda y prometieron seguir adorándolo. 17 (2.1) Entonces Dios mandó un pez enorme, que se tragó a Jonás. Y Jonás estuvo dentro del pez tres días y tres noches.


Jonás (profeta)

Jonás (en hebreo, יוֹנָה, pr. Yōnā), que significa "paloma", en latín Ionas, o en árabe يونس ("Yūnus"), fue un profeta de Yahveh, en el Antiguo Testamento, y del Tanaj judío; es el quinto de los profetas menores del Nevi'im, hijo de Amitai. En el Corán (Corán 37 (As-Saaffat), 139–148), Jonás es también uno de los profetas del islam

 
 

Según la Biblia, el Tanaj y el Corán, Jonás fue profeta.​ En cumplimiento de la palabra de Yahveh, difundida por boca de Jonás, el rey Jeroboán II logró restablecer "el límite de Israel, desde el punto de entrada de Hamat hasta el mismo mar del Arabá (el mar Muerto)". De modo que al parecer Jonás fue profeta en el reino de diez tribus durante el reinado de Jeroboam II, quien reinó 41 años (820 al 779 a.C.) Es la misma persona a quien Yahveh comisionó para proclamar juicio contra Nínive, por lo que es considerado el autor del libro bíblico homónimo.

La desobediencia de Jonás.

En lugar de cumplir con su asignación de predicar a los nínivitas, Jonás decidió huir de ella. En el puerto de Jope consiguió un pasaje en una nave que se dirigía a Tarsis (que por lo general se relaciona con España o la península ibérica), a más de 3500 km al oeste de Nínive.

Después de embarcar, Jonás se durmió profundamente en las "partes más recónditas" del barco. Mientras tanto, los marineros se enfrentaron a un viento tempestuoso enviado por Dios que amenazaba con destrozar la nave. Clamaron a sus dioses por ayuda y arrojaron objetos por la borda para aligerar la nave. El capitán de la nave despertó a Jonás, instándole a que también invocase a su "Dios". Finalmente los marineros echaron suertes para determinar por culpa de quién se había originado la tormenta. Yahveh hizo que la suerte cayera sobre Jonás. Cuando se le preguntó, confesó que había sido infiel a su comisión y, como no deseaba que otros perecieran por su culpa, pidió que le arrojasen al mar. Una vez que fracasaron todos los esfuerzos por volver a tierra, los marineros le hicieron a Jonás según su palabra y el mar detuvo su furia. 7 Entonces, Yahveh dispuso que un gran pez se tragara a Jonás, quien pasó tres días y tres noches en su interior. Jonás oró a Yahveh glorificándole como salvador y prometiéndole pagar lo que había prometido anteriormente. Entonces, Yahveh ordenó al pez que vomitara al profeta en tierra firme.

Biblia Kennicott manuscrito miniado sefardí , 1476, fol. 305r: Jonás.

Jonás en Nínive

Cuando se le comisionó por segunda vez para ir a  Nínive , Jonás emprendió el largo viaje hacia esa ciudad. "Finalmente Jonás comenzó a entrar en la ciudad por distancia de un día de camino, y siguió proclamando y diciendo: Solo cuarenta días más, y Nínive será derribada."

La  Biblia  no dice si Jonás conocía el  idioma asirio  o si se le facultó de forma milagrosa para hablarlo. Quizás habló en hebreo y alguien que conocía este idioma hizo de intérprete. En tal caso, es posible que las palabras de Jonás suscitaran gran curiosidad y mucha gente se preguntara qué decía ese extranjero.

Después de haber pasado cuarenta días sin que le ocurriera nada a Nínive, Jonás estaba muy disgustado porque Yahveh no había destruido la ciudad, asegurando que Dios es Clemente y piadoso, no solo eso también, oro a Dios para que le quitará la vida y Yahveh le contestó con la pregunta: "¿Es con razón que te has enardecido de cólera?". Posteriormente el profeta dejó la ciudad y acampó hacia el oriente de la ciudad, más tarde se hizo una enramada. Desde ese lugar, al oriente de Nínive, vigiló para ver lo que le ocurría a la ciudad.

Preparó Jehová Dios una calabacera para que le hiciese sombra , lo cual alegró la profeta, pero al otro día Dios preparo un gusano que acabaría con la calabacera, por lo cual el profeta se enojo y le dio insolación, tanto fuerte que deseaba su muerte, otra vez.

Dios le enseña que el profeta tuvo lastima de algo que el no había creado, ahora como Dios no tendría piedad de Nínive, ciudad donde habitaban más de ciento veinte mil personas

La ciudad fue librada del juicio de Dios, porque se convirtió de sus malos caminos, mas la ciudad Asiria finalmente fue destruida casi dos siglos después en el año  612 a C  por los babilonios. Se dice que el faraón de  Psamético I  el quinto faraón de la  Dinastía XXVI de Egipto  luchó al lado de los asirios para defenderla pero fue inevitable su caída.

Entonces oró Jonás al Señor su Dios desde el vientre del pez" ( Jonás 2:1 ). 5 Estampilla israelí, diseñada por Jean David, 1963.

La Lección

El relato dice que cuando de manera milagrosa creció una calabaza vinatera para proveerle sombra, el profeta estuvo muy satisfecho, pero su alegría fue efímera. Al día siguiente, muy de mañana, un gusano hizo que la planta se secase. Privado de su sombra, Jonás quedó expuesto a un viento abrasador procedente del este y al sol ardiente que batía sobre su cabeza. De nuevo, pidió morir.

Por medio de esta calabaza vinatera Dios le enseñó a Jonás una lección de misericordia. Él sentía lástima por la calabaza vinatera cuando ni la había plantado ni cuidado. De modo que Dios le dijo a Jonás: "Por mi parte, ¿no debería yo sentir lástima por Nínive, la gran ciudad, en la cual existen más de ciento veinte mil hombres que de ningún modo saben la diferencia entre su mano derecha y su izquierda, además de muchos animales domésticos?".

El gran pez expulsa a Jonás en la costa. Cerámica mural en el  Hospital de la Caridad de Sevilla .

Las tumbas

Se ha dicho, de varios sitios, que son el lugar donde fue enterrado Jonás, pero ninguno de ellos ha sido confirmado como el verdadero. La más reconocida de sus tumbas se encontraba en la ciudad iraquí de  Mosul , en la provincia de  Nínive , donde el profeta vivió y cumplió su mandato divino, aunque no descansaba cuerpo alguno en ella. El sitio era un lugar sagrado para judíos, cristianos y musulmanes, pero fue destruido el  24 de julio  del  2014  por el  Estado Islámico .

El mar siempre ha sido temido y amado casi a partes iguales. Desde que nos lanzamos a intentar navegarlo, muchas personas le han dedicado su vida, siempre esperando que éste no se la quitara. Tal vez a causa de ese temor innato hacia el gigante azul, los marineros y demás gente de mar se han refugiado históricamente en diversos rituales que les hicieran sentirse protegidos frente a todos los peligros acechantes —muchos de los cuales se siguen haciendo por superstición o tradición—. ¿Los conocías?

6 supersticiones marineras que nadie tomaba a risa

"El nombre de la embarcación"

El nombre que se le pone al barco es muy importante. Se considera alentar al mal tiempo elegir nombres como “Huracán”, “Rayo” o “Tempestad”. Al igual que, con los años, hay nombres que pueden gozar de mala reputación, como es el caso de los nombres de reptil en la Armada inglesa, con varios hundimientos. También da mala suerte cambiar el nombre a un barco ya bautizado.

De la misma manera que nuestros hijos o nuestras mascotas tienen un nombre que nos ayudan a identificarlas, en el caso de las embarcaciones hacemos lo propio. Cuando paseamos por un puerto y admiramos el resto de los barcos, siempre nos fijamos en los nombres. Algunos son bonitos, otros son feos. Algunos son largos, otros son cortos. Algunos te sorprenden, y la mayoría te dejan indiferente. La pregunta que nos formulamos es: ¿realmente son obligatorios los nombres para barcos?

Si nos ajustamos a la ley, veremos que en realidad la aprobación de un nombre de una embarcación corresponde a la Dirección General de la Marina Mercante y a la Prefectura Naval. Cuando realizamos una solicitud de una matrícula para nuestra embarcación  debemos proponer tres nombres para el barco , en orden de preferencia. Este organismo se encargará de aprobarlos, y para ello comprobará que  ese nombre no esté asignado ni reservado en ese distrito marítimo, que no tenga más de tres palabras, y que no se usen palabras o caracteres que se presten a confusión. A partir de aquí, conociendo esta situación, tenemos rienda suelta para poner a nuestra embarcación el nombre que queramos.

Nombre ubicado en el Espejo de la Embarcación

Nombre femenino

Nombres en la Aleta de estribor

Nombre de mujer como tradición

Lo que sí es una tradición es que muchos propietarios pongan a sus embarcaciones  nombre de mujer . Tradicionalmente el mar ha sido un lugar para hombres, cosa que ya está cambiando con la evolución de los tiempos. Muchos propietarios de embarcaciones ponían nombre de mujer en homenaje a su esposa o madre, como símbolo de protección. Otra opción muy frecuente es poner nombres relacionados con la mitología griega o romana. También tienen mucha aceptación los nombres de embarcaciones que están relacionados con el lugar de origen del propietario, o con la zona geográfica en la que habitualmente el barco tenga previsto estar la mayor parte del tiempo.

Otras personas, que ya han tenido embarcaciones anteriormente, siguen usando el mismo nombre pero con un número detrás, como si fuera una secuela cinematográfica. En todo caso es divertido sentarse alrededor de una mesa y poner encima del mantel varios nombres de embarcación y finalmente, decidirse por uno. Aquí sólo intervienen  la originalidad, la simpatía o el sentido práctico de cada uno.

Nombres de Buques Militares

Los nombres de los buques de guerra constituyen de por sí una tradición naval. Es así que muchos  han utilizado nombres de buques anteriores  para bautizar a otras naves, tantas como fueron desguazadas.

Esta tradición mantenida, muestra la idiosincrasia naval, cuáles son sus ideales, sus fastos y sus héroes.

Esa continuidad en el mantenimiento y repetición de nombres hacen perdurar, en el espacio naval y su tiempo, las tradiciones que esos nombres suponen y que han ido pasando de nobles maderas a sólidos metales, casi sin solución de continuidad.

Las normas generales actualmente en vigor para la asignación de nombres a las Unidades de la Armada fueron establecidas por Disposición Permanente  y Doctrina de la Armada. En ella se resolvió establecer los siguientes tipos de denominaciones a las unidades de la Armada:

Buques Mayores : próceres nacionales o fechas de gran significación nacional.

Destructores, Fragatas y Corbetas : próceres Navales de importante trayectoria, o denominaciones tradicionales de buques históricos de preponderante actuación.

Submarinos : nombres de provincias y territorios. Se preferirán aquellas cuyos nombres comiencen con la letra “S” o del litoral marítimo.

Barreminas, Cazaminas, Minadores y Unidades afectadas al minado y antiminado : nombres de provincias que no comiencen con la letra “S” o sean del litoral marítimo .

Avisos, Buques de salvamento y Remolcadores de mar : marinos o civiles que hayan prestado en general servicios valiosos a la Armada.

Buques Escuela : ideales de la nacionalidad, nombres de antiguas unidades que hayan desempeñado esas funciones o de combates navales.

Buques de Investigaciones Científicas, Hidrográficos, Oceanográficos, Balizadores : ciudades con puertos marítimos.

Transportes, Transportes de Ataque, Buques de Desembarco, Buques Tanque : accidentes geográficos, canales, estrechos, etc. en aguas argentinas, excepto antárticas.

Buques Taller, Buques Dique, Buques Hospital, Buques Logísticos, etc. : marinos o civiles que se hayan destacados por los servicios prestados en actividades afines o científicas, o hayan fallecidos en actos de servicios relacionados con las mismas.

Rompehielos, Buques Polares y Destacamentos Antárticos : accidentes geográficos, canales, estrechos, etc. en aguas antárticas argentinas, o nombres relacionados históricamente con la Antártida.

Lanchas Rápidas, Patrulleras o Torpederas de más de 200 toneladas : adjetivos calificativos que representen el espíritu aguerrido que le debe ser propio, o nombres de unidades que hayan sido protagonista en el pasado de la Institución y cuyas acepciones tengan significación transcendente.

Lanchas Patrulleras o Torpederas de menos de 200 toneladas : ciudades ribereñas del litoral fluvial o nombres de raíz indígena de la zona de operaciones.

Lanchas Hidrográficas : aves de fauna marítima.

Remolcadores de Puerto y Dragas : tribus aborígenes, caciques que hayan cooperado en la organización del país, o peces de fauna marítima.

Yates : estrellas y constelaciones visibles en el Hemisferio sur, o nombres anteriores de yates de actuación destacada al servicio de la Armada.

Los nombres de las viejas "naves capitanas" fragatas o bergantines, naves que actualmente están equipadas con misiles, no sólo reviven viejas glorias pasadas, sino que mantienen vivo el espíritu del buque, tradición naval argentina como la mejor, que se hace presente en toda ejercitación, tarea o faena que exija competencia o emulación y que en el combate, llegado el momento del supremo sacrificio, aportan fuerzas para afrontarlo y con valor, como lo hicieran en el pasado las dotaciones de los buques de igual nombre.

Cada buque tiene una crecida serie de tradiciones navales compartidas y, por minúscula que sea la estampa de algunos de ellos o modesta su misión, sin duda posee las propias, de las que sus sucesivas Planas Mayores y Dotaciones se enorgullecen y tratan de acrecentar.

Las tradiciones navales de los buques comienzan aún antes que éste se encuentre incorporado como tal a la Armada.

"El bautizo de la Embarcación"

Tal vez una de las tradiciones más conocidas —y seguidas— sea la de romper una botella de champagne contra el casco en la botadura del barco. Dicha costumbre tiene su origen en la época en la que se derramaba vino en la cubierta como ofrenda a los dioses, a la espera de que éstos protegieran el navío en todas sus rutas.

Esta tradición también conlleva la realización del bautismo por una "madrina".  Es habitual que a este tipo de actos asistan damas de la realeza o de la alta sociedad, con la finalidad de asumir el rol de madrinas. 

A lo largo de su reinado, la reina  Elizabeth II  ha bautizado diferentes barcos de la compañía Cunard, incluyendo uno con su nombre, el  Queen Elizabeth  en 2010 y el  Queen Mary II  en 2004, pronunciando las siguientes palabras: 
“Bautizo este barco como el Queen Mary II. ¡Qué Dios le bendiga, así como a todos los que naveguen en él!” , para proceder a continuación a cumplir con la tradición de estrellar una botella de champán contra el casco del buque.

Momento en el que se bautiza un barco oficialmente, golpeando una botella en el casco por la princesa  Mary de Dinamarca que   actuó de madrina en una ceremonia en el puerto de Copenhague para bautizar el carguero    Majestic  Maersk.

"El barco que no haya probado vino probará sangre, advierte un antiguo proverbio británico".

Este dicho representa una tradición ancestral de los marinos. Ya desde la época griega se  derramaba sangre de los sacrificios para asegurar la benevolencia de los dioses hacia la embarcación en alta mar. Con el paso del tiempo, la sangre fue reemplazada por vino, y más tarde por champán. Pero, ¿de dónde proviene esta tradición de bautizar los barcos antes de ponerlos en servicio? 
Este rito ha ido evolucionando junto con las civilizaciones hasta la actualidad, en el que el bautismo de un barco se ha convertido en una norma no escrita de obligado cumplimiento en el ámbito marítimo. Las supersticiones se han extendido a lo largo del tiempo para aquellos barcos que no habían respetado la tradición de la botadura. Uno de los casos más emblemáticos es cuando, en 1911, White Star Line decidió lanzar el ‘Titanic’ al mar sin haber previamente realizado su bautizo tradicional.

EL HÁBITAT DE LOS DIOSES PARA LOS GRIEGOS
El mar ha sido considerado como lugar de incógnitas, en el que se creía que habitaban diferentes dioses a los que se debía honrar para evitar que descargaran su furia sobre los barcos que surcaban las aguas. La imprevisibilidad del mar y la naturaleza caprichosa del viento incrementaba ese significado espiritual cuando los primeros navegantes empezaron a aventurarse lejos de la costa. Cuentan las leyendas que los sacrificios empezaron siendo humanos, posteriormente pasarían a ser de animales y acabaron por sustituirse por ofrendas de alimentos, agua y vino. 

Los griegos fueron los primeros que comenzaron a estrellar ánforas de vino contra los cascos en honor al dios del mar, Poseidón. Una costumbre que adoptaron los romanos más tarde y que dedicarían a su dios Neptuno. Otras tradiciones también incluyeron en sus creencias los lanzamientos de agua y vino a los barcos, como los cristianos y judíos, para la bendición de las naves y para contar con la protección de dios, mientras que, en otras civilizaciones, como en el Imperio Otomano, se realizaban sacrificios rituales de animales. 

Los griegos comenzaron a estrellar ánforas de vino contra los cascos en honor a Poseidón

Las connotaciones religiosas se han mantenido en las ceremonias del bautismo de los barcos a lo largo del tiempo, sobre todo en aquellos países en los que ha predominado el cristianismo. Según fue avanzando el tiempo, cada país o cultura ha desarrollado su propia manera de hacerlo. Unos rociando de agua bendita todo el barco, otros realizando una misa o un discurso. A partir de estos antecedentes, se fue generalizando dichas prácticas como símbolo de buen augurio para los navegantes. 

Entre los marinos, la ceremonia de bautizo de un navío es de obligado cumplimiento para evitar que el mar se pueda cobrar algún tributo, entendiendo como tal que el barco se vaya a pique, con el consiguiente riesgo de pérdida de vidas humanas. También se dice que es una manera “elegante y ceremoniosa de comprobar la resistencia del casco del buque”.

Pero, ¿alguna vez os habéis preguntado desde cuándo se celebra el bautizo de los barcos golpeando una botella contra su casco? La verdad es que para encontrar una respuesta tenemos que retroceder en la línea del tiempo, hasta las épocas clásicas.

Como ocurre con tantas otras tradiciones, ésta también se originó a partir de una costumbre pagana que, debidamente modificada y cristianizada, acabó adoptándose en la sociedad moderna.

El mar siempre había sido un lugar de grandes incógnitas y secretos para la humanidad, en el que se creía que habitaban diferentes dioses a los que se debía honrar cada vez que un barco surcaba sus aguas. Además, la imprevisibilidad del mar y la naturaleza caprichosa del viento hicieron que se incrementase ese significado espiritual, cuando los primeros navegantes se empezaron a aventurar lejos de la costa. Por lo que se siguió buscando la protección divina de los dioses del mar a través del culto. ¿Y qué mejor manera que hacerlo que dedicándoles un acto de sacrificio?

Se exigía el sacrificio de algo valioso en el momento de la botadura para proteger al navío en sus futuras singladuras. Se cree que los primeros sacrificios fueron humanos, que posteriormente pasarían a ser de animales y, ya en la época clásica, se sustituyeron por ofrendas de alimentos, agua y vino, celebrándose una especie de ceremonia auspiciadora.

Se cree que fueron los griegos los primeros que comenzaron a estrellar ánforas de vino contra los cascos, a la vez que se le daba nombre a la nueva embarcación. Todo ello en honor de Poseidón. Una costumbre que adoptarían los romanos y que dedicarían a su dios Neptuno.

Vino, champán o vino de Jerez, la cuestión es rememorar el contenido de las antiguas ánforas romanas que se usaron en este tipo de ceremonias

El cambio del vino por el  champán  es una costumbre relativamente nueva, que se produjo en el momento en que esa segunda bebida pasó a ser mucho más cara y exclusiva, y se quiso incrementar el valor del objeto sacrificado. No obstante, durante el siglo XX, en diferentes lugares del planeta se volvió a tener que prescindir del champán, como por ejemplo durante la etapa de la Ley Seca en Estados Unidos, en que se utilizó sidra, o en España, que durante el franquismo se optó por «promocionar» el vino de Jerez. Se dice que el famoso acorazado  California , de la marina estadounidense, recibió ese nombre por el origen del vino que se utilizó en su botadura en 1919.

Existen diferentes supersticiones relacionadas con esta ceremonia. Una es que el nombre con el que se bautiza a una nave no se le puede volver a cambiar. Y la otra, que si la botella no se rompe al golpear contra el barco es un mal presagio, además de que el barco será considerado como «no bautizado». La verdad es que no hemos tenido noticias de si ocurrió algo parecido en la botadura del  Titanic , pero lo que si que es cierto es que la botella con la que se bautizó el crucero  Costa Concordia  no llegó a romperse y el barco, lamentablemente, se hundió trágicamente a principios de 2012, frente a la costa italiana. Parece ser que la superstición también afectó al  Queen Victoria , en el que algunos de sus pasajeros enfermaron, después que la botella que lanzó la  Duquesa de Cornwall  durante su bautizo no se rompiese en el primer intento.

Respecto a otras tradiciones más populares, también en el ámbito marítimo, se dice que cuando se bautiza una nave particular se le debe dar el nombre de la prometida, la esposa o la amante, ya que de esa manera se fortalece la verdadera unión, de hecho y de derecho -en caso de propiedad-, que existe entre el barco y su propietario.

Al igual que los bautizos son actos de fe y tienen su correspondiente litúrgica, la ceremonia de botadura de una nave también tiene la suya.

Además de todo el protocolo habitual que se suele seguir en el programa de un acto en el que participan autoridades, como es la recepción, las líneas de saludo, los discursos y la despedida, en el caso de estas ceremonias hay que preparar el escenario y los procedimientos mecánicos y manuales para llevar a cabo el bautizo y la botadura.

 
 

Bautismo de Lancha Patrullera 

El Patrullero "Tte 1° Marina Pelayo Pratt Gill" fue bautizado en el Dique Seco de la Armada Paraguaya en el día conmemorativo de la Armada Paraguaya y su Santa Patrona, la Virgen de Stella Marys. El 12 de Setiembre de 2012.
La Madrina de Honor fue la la 1era Dama de la Nación, Sra. Emilia Patricia Alfaro de Franco.

Una manera habitual de llevarlo a cabo es de la siguiente manera:

El barco lleva pendientes de su proa dos largas cintas de seda, una de las cuales simula que lo sostiene en el muelle o en el astillero, y de la otra cuelga una botella de champán. Tras los discursos, la madrina procede al bautizo, seguido de la botadura.

Tras pronunciar las palabras tradicionales, y utilizando unas tijeras, una azuela o un martillo (que generalmente son de metal plateado), procede a cortar la cinta que aparenta sujetar la nave y la que sujeta la botella.

Automáticamente, tras estrellar la botella contra el casco de la embarcación, el barco empieza a moverse hacia el agua. En los casos en que la nave ya ha salido previamente del astillero, únicamente se escenifica el bautizo con la botella de champán.

El acto suele acabar con una visita al interior de la nave, por parte de la madrina y otras autoridades, acompañados de los miembros de la tripulación.

Evidentemente, aunque la tecnología actual ha hecho que se mecanice totalmente el proceso, en algunas ocasiones todavía se mantiene la costumbre de estrellar la botella manualmente. Y en las naves pequeñas se suele proceder al bautizo derramando el líquido por la cubierta, directamente desde la botella.

Antiguamente los bautizos de las naves incluían un acto de bendición, en el que solía participar una autoridad eclesiástica. Pero tras la Reforma se suprimió y se transformaron en ceremonias totalmente seculares, en la mayoría de los países protestantes.

En la tradición religiosa, se continuaron celebrando ceremonias de bendición, en la que el representante de la iglesia católica rociaba con agua bendita los costados del buque tras decir una oración, previamente al inicio de la botadura. La llegada del siglo XX hizo que la ceremonia religiosa fuese derivando en una más secular.

Una de las ceremonias más emblemáticas es la de entrega de barcos o de banderas de combate, pero eso lo dejamos para hablar de ellas en una próxima ocasión.

Consejos y advertencias

  • Recuerde que una ceremonia de bautizo es sólo por la tradición y de la suerte. Esto es importante, ya que muchas personas marinería toman estas tradiciones muy en serio. Sin embargo, para registrar oficialmente el nombre de un barco, usted debe registrarse con su estado, o si navega en el océano con la Guardia Costera.
  • Se considera muy mala suerte para bautizar un barco usado con un nombre nuevo sin realizar primero un ritual para eliminar su antiguo nombre. Este ritual es más complicado, específica y más largo que el que se utiliza para bautizar un buque nuevo.


"Fechas para zarpar"

Tampoco vale todo a la hora de iniciar un viaje en Altamar. A parte del famoso "Martes, ni te cases ni te embarques" (o su versión valenciana “Dimarts, ni embarcats ni casats” ).

Antiguamente se daban una serie de órdenes en los navíos a la hora de zarpar (levar anclas, largar la mayor y trinquete, izar foques y mesana, timón a la vía, y otras más), para iniciar un viaje en altamar, pero no valía todo, pues una serie de creencias y supersticiones no solo no lo aconsejaban, sino que inclusive no lo permitían, tanto por los armadores, capitanes y marineros, como por las mismas autoridades portuarias.

Otras supersticiones, hoy día muy curiosas para nosotros, se implantaron entre los marinos y marineros que se preparaban para empezar sus largas singladuras, como era el respetar los días “señalados” como nefastos.  Son varios los días a evitar: los viernes, por ser el día de la crucifixión de Cristo; el primer lunes de abril, pues fue el día que Caín mató a Abel; el segundo lunes de agosto, que Dios castigó a Sodoma y Gomorra; y, por último, el 31 de diciembre, porque fue cuando Judas se ahorcó. Debido a sus grandes y nefandos pecados, destruyendo ambas ciudades.
El día 31 de diciembre, porque se suponía, según la Biblia, fue el día en que se ahorcó Judas Iscariote, debido a su remordimiento por la traición efectuada hacia su Maestro, al entregarlo a sus enemigos. 
No se zarpaba si en aquel momento se oían desde el barco el tañido de campanas, pues era sinónimo de malos augurios, ¿La llamada a “muertos”.
Habíaa otras muchas supersticiones a bordo de los barcos, pero esa ya es otra historia, así que…

Buena Mar y hasta la vista.

"Objetos gafe"

Se considera de mal fario subir un paraguas al barco, ya que es llamar a las inclemencias climatológicas, así como la presencia de flores, que se asocian a un funeral en cubierta. Y, cómo no, el hecho de transportar un difunto, o incluso solamente un ataúd. Por ello era común que los fallecidos fuesen arrojados al mar, envueltos en una mortaja con una bola de cañón dentro para que su fantasma no persiguiese al barco.

"¡Hombre al agua!"

Pese a lo terrible que debe ser caer al agua en mitad del océano, también ha sido motivo de mal augurio durante la historia el rescatar a alguien que se estuviera ahogando. En estos caso, lo que motivaba a no querer salvar la vida de quien estaba luchando por sobrevivir era el miedo a inmiscuirse en los asuntos de los dioses del mar.

"Monedas de plata"

Para proteger al barco y su tripulación existe la costumbre de colocar monedas de plata en la construcción de este: en la quilla, en el caso de los buques de guerra; y en el caso de las fragatas, en la base del mástil principal. Esta tradición surge como pago preventivo a Caronte, el barquero del infierno en la mitología griega.

En la  mitología griega , Caronte o Carón  (en  griego antiguo  Χάρων Khárôn, ‘brillo intenso’) es el barquero de  Hades , el encargado de guiar las  sombras errantes  de los  difuntos  recientes de un lado a otro del  río   Aqueronte  si tenían un  óbolo  para pagar el viaje, razón por la que en la  Antigua Grecia  los cadáveres se enterraban con una  moneda  bajo la  lengua , costumbre importada posteriormente en la  Antigua Roma , donde también se veneraba al personaje. Aquellos que no podían pagar tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, tras los cuales Caronte accedía a llevarlos sin cobrar. Caronte es un personaje de las fuentes tardías en la mitología.  

Caronte

Aunque con frecuencia se dice que portaba las almas por el río  Estigia , como sugiere  Virgilio  en su  Eneida según la mayoría de las fuentes incluyendo a  Pausanias y más tarde  Dante  el río que en realidad transitaba Caronte era el  Aqueronte .

Aunque ninguna fuente nos haya transmitido su filiación, a Caronte se lo suele imaginar implícitamente como hijo de  Érebo  y  Nix . Se le representaba como un anciano flaco y gruñón de ropajes oscuros y con antifaz (o, en ocasiones, como un  demonio  alado con un martillo doble) que elegía a sus pasajeros entre la muchedumbre que se apilaba en la orilla del Aqueronte, entre aquellos que merecían un entierro adecuado y podían pagar el viaje (entre uno y tres óbolos). En  Las ranas Aristófanes  muestra a Caronte escupiendo insultos sobre la gente obesa.

Se desconocen los motivos por los que Caronte dejó pasar a  Heracles  (Hércules), pero a causa de ello Caronte fue encarcelado un año bajo la acusación de haberle dejado pasar sin haber obtenido el pago habitual exigido a los vivos: una  rama de oro  que proporcionaba la  sibila de Cumas . Virgilio narra en la Eneida el descenso de  Eneas  a los Infiernos acompañado de dicha sacerdotisa.  

Otro mortal que logró «cruzar dos veces victorioso el Aqueronte» fue  Orfeo , quien encantó a Caronte y a  Cerbero  para traer de vuelta al mundo a su amada muerta,  Eurídice , a quien perdió definitivamente en su viaje de vuelta.  Psique  también logró hacer el viaje de ida y vuelta estando viva.

Homero  y  Hesíodo  no hacen ninguna referencia al personaje. La primera mención de Caronte en la literatura griega parece ser un poema  minio , citado por Pausanias. Dicho poema atribuye a la leyenda de Caronte un origen  egipcio , como confirma  Diodoro Sículo . Los  etruscos  mencionan también a un Caronte que acompañaba a  Marte  a los campos de batalla.

Dante Alighieri  incorporó a Caronte en el  Infierno  de  La divina comedia . Aquí era el mismo que su equivalente griego, pagándosele un óbolo para cruzar el Aqueronte. Es el primer personaje con nombre que Dante encuentra en el infierno.

En los submarinos construidos también se colocaron una moneda similar, pero por la forma en que son botados, la moneda se recupera y, como parte de la ceremonia de botadura, el más joven de los operarios que intervino en la construcción la entrega a la Madrina del buque, la que a su vez la deja en custodia del Comandante de la nave.

Casos de barcos con mala suerte por no tener las monedas

 
El caso más famoso de un barco con mala suerte es el Vasa. Barco de guerra mandado a constuir por el rey Gustavo II de Suecia entre 1626 y 1628, y que naufragó en su viaje inaugural, el día 10 de agosto de 1628.
 
Durante muchos años se perdió donde se localizaban sus restos ya que por vergüenza se prohibió hablar de él. En el año 1961 fue localizado intacto en el lecho marino siendo reflotado.  El barco se conserva en un museo fabricado para albergarlo y es uno de los grandes atractivos turísticos de Estocolmo. Cuando fue reflotado, los conservadores notaron que no tenía las monedas bajo su mástil como mandaba la tradición.
 
Otros muchos barcos históricos con mala suerte están conectados con la falta de las monedas protectoras. A fecha de hoy no se han encontrado las del Titanic, ni se ha tenido constancia documental de que se realizara la ceremonia durante su construcción.

Los aros en las orejas de los marinos. 

Los 3 Cabos.


Los Grandes Cabos, es el nombre que reciben en la navegación los tres principales cabos australes de la ruta marítima a través del Océano Austral: el cabo de Buena Esperanza (sur de África, en ocasiones reemplazado por el Cabo Agulhas), el Cabo Leeuwin (extremo meridional de Australia) y el Cabo de Hornos (en el extremo austral de América del Sur).

Cabo de Buena Esperanza

Cabo Leeuwin

Cabo de Hornos

El cabo Sudeste en Tasmania y el cabo Sudoeste, en el extremo de la isla Stewart, en Nueva Zelanda, son incluidos ocasionalmente como hitos importantes de la circunnavegación. La ruta tradicional de los buques mercantes seguía los vientos de los llamados «rugientes cuarenta» (latitud 40ºS) al sur de dichos cabos, lo que era particularmente peligroso para la mayoría de las naves.
En la actualidad, estos cabos constituyen los hitos de diversas regatas oceánicas de yates, que realizan este recorrido. La circunnavegación usando esta vía es considerada una gran hazaña de la navegación. Según una antigua tradición marinera, los navegantes que los han superado navegando a vela cumplen una gesta que les da derecho a lucir tres anillos en su oreja, a permanecer de pie ante los reyes y a orinar contra el viento:

  • Aro en la oreja izquierda: Cabo de Hornos. 
  • Aro en la derecha: Cabo de Buena Esperanza. 
  • Dos aros en la oreja izquierda y uno en la oreja derecha: Vuelta al mundo.

En su libro «La longue route» ( El largo viaje ),  Bernard Moitessier  intenta expresar el importante significado para un marino de estos grandes cabos:
“Pues la geografía de un marino no es siempre la del cartógrafo, para quien un cabo es un cabo, con su latitud y su longitud. Para el marino, un gran cabo representa a la vez un conjunto muy simple y a la vez extremadamente complicado de arrecifes, corrientes, fuertes mares y grandes olas, vientos suaves y vendavales, alegrías y miedos, fatiga, sueños, manos doloridas, estómagos vacíos, momentos maravillosos y algunos de sufrimiento. Un gran cabo, para nosotros, no puede ser expresado solamente por su latitud y su longitud. Un gran cabo tiene su alma, con suaves y violentos colores y sombras. Un alma tan suave como la de un niño y tan violenta como la de un criminal. Y por eso se va allí.”



Antiguamente, la gente llevaba aros y pendientes de oro en las orejas para llevar sus riquezas encima, ya que si se llevaba en una bolsa se corría el riesgo de que un ladrón robara la bolsa.

De ahí que se prefiriera atravesar el lóbulo con un aro de metal noble (como la plata y el oro) y llevarlo en un sitio donde no se pudiera robar tan fácilmente.

Otra explicación es que los pendientes en forma de aro, eran un símbolo utilizado por los marinos para hacer saber a cualquiera que mirara sus orejas, que estos habían atravesado los Cabos más peligrosos del planeta.

Otra tradición asegura que a los piratas jóvenes se les ofrecía un pequeño pendiente para conmemorar su primer cruce del Ecuador.

Los pendientes se usaban por motivos supersticiosos. Algunos marineros estaban convencidos de que el uso de pendientes mejoraba los problemas de visión y que las orejas perforadas impedían los mareos en alta mar.

Otra creencia que se tenía era que estos pendientes (de plata o de oro) tenían suficiente valor para poder pagar el funeral de un marino si su cuerpo, ahogado en la mar, llegaba a la orilla.

Algunos marineros incluso tenían grabado el nombre de su puerto de origen en el interior del aro de su oreja. De esta manera se sabía de donde era el navegante y también para que su cuerpo fuese devuelto a sus familiares para un entierro apropiado.

Además si un marinero moría en un barco, los pendientes ayudaban a cubrir los gastos de transporte a su ciudad, de modo que evitaba de esta forma ser enterrado en suelo extranjero.

Si alguien encontraba el cadáver de un hombre de mar, podía quedarse con el aro de oro, sólo, si le daba sepultura Cristiana al cuerpo inerte.

De lo contrario, si la persona se quedaba con el aro sin haber enterrado el cuerpo, el espíritu del infortunado navegante lo atormentaría por el resto de su vida.

Así que si zarpas y logras pasar el Cabo de Hornos, atraviésate el lóbulo con un aro.

Haz saber a todo el mundo que, al igual que muchos aventureros antes que tú, lograste atravesar escollos, bajíos, vientos huracanados, lluvias, nieve, bruma…

Que tu pendiente sea el signo de tu experiéncia en alta mar y que nunca tenga que pagar tu funeral.